KFC y Fiesta lanzan un Fresquito (piruleta) en forma de muslito de pollo con rebozado dulce y una campaña infantil.
En el universo de las colaboraciones inesperadas, KFC vuelve a marcar territorio con una alianza que nadie vio venir pero que, una vez revelada, parece tener todo el sentido del mundo. La icónica cadena de pollo frito ha unido fuerzas con Fiesta, la marca de golosinas responsable de uno de los caramelos más nostálgicos de la infancia española: el Fresquito. ¿El resultado? Una piruleta con forma de muslito de pollo y un envoltorio que mezcla lo mejor de ambas identidades de marca.
Este singular producto es mucho más que una golosina. Es una declaración de intenciones por parte de KFC: seguir construyendo su universo más allá de la restauración rápida, apostando por la creatividad, el humor y la emoción como vehículos de conexión con nuevas audiencias. Si en su momento el muslito de pollo se transformó en tamagotchi, adorno navideño o perfume, ahora se convierte en un caramelo que se reboza —literalmente— en polvo dulce.
El nuevo Fresquito KFC presenta una forma inédita para el clásico caramelo, abandonando su tradicional silueta de lengua para adoptar la apariencia de un muslo de pollo frito. Pero no se trata solo de un cambio estético: el polvillo característico del dulce ha sido diseñado para evocar el crujiente y sabroso rebozado del pollo de la cadena estadounidense.
El diseño del envoltorio también ha sido adaptado para la ocasión, manteniendo la esencia visual de Fiesta pero incorporando los icónicos elementos de KFC: el rojo corporativo, el logotipo y una versión caricaturizada del Coronel Sanders. La piruleta se vende por un euro en los restaurantes de la marca, a través de su app con pedidos mínimos de 5 euros y en tiendas de conveniencia, hasta agotar existencias.
Para promocionar el producto, KFC ha puesto en marcha una campaña publicitaria tan disruptiva como el caramelo en sí. De la mano de la agencia PS21 y bajo el concepto de “una campaña de niño a niño”, varios espacios de la estación de Avenida de América, en Madrid, fueron intervenidos con ilustraciones infantiles hechas con ceras y rotuladores. Incluso una lona de la marca Babaria instalada previamente fue “customizada” por niños y niñas, en una intervención que conecta directamente con la audiencia más joven.
“Los niños no entienden de conceptos, artes finales ni logotipos. Los niños entienden de pasárselo bien, de liarla un poquito y de pintar donde no toca”, declaró Ana Pintané, Senior Creative Copywriter en PS21. El objetivo no era solo captar la atención del público infantil, sino construir un mensaje auténtico y emocional desde la espontaneidad y la diversión.
Este proyecto supone una continuación del enfoque de marketing innovador que KFC ha venido desarrollando en los últimos años, con productos que rompen las fronteras de su categoría: helados con sabor Kojak, pipas con sabor a pollo frito, perfumes y hasta pastas de dientes temáticas. Como señaló Kerman Romeo, Director de Marketing de KFC Iberia, “modo nostalgia y modo nuevas generaciones dándose la mano”.
Jonathan González, Senior Brand Manager de Fiesta, lo resume como una colaboración nacida de la confianza, la creatividad y una relación forjada durante dos años. “Por primera vez en la historia, nuestro icónico Fresquito cambia de forma para disfrutar la experiencia rebozada del mejor pollo frito”, afirmó a través de LinkedIn.
Con esta nueva edición limitada, KFC no solo amplía su presencia en el imaginario colectivo, sino que reafirma su posición como una de las marcas más audaces y juguetonas del panorama publicitario actual. Porque si algo queda claro con esta piruleta-muslito, es que el marketing también puede ser dulce, divertido y con sabor a pollo.
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