Del curry a los cafés trendy: así se ha convertido la cúrcuma en el ingrediente estrella del momento.
No es solo una especia más en el estante del supermercado, es la protagonista indiscutible de cafés de especialidad, batidos verdes, postres ‘instagrameables’ y hasta cócteles de autor. La cúrcuma se ha convertido en el it girl del mundo gastronómico y del bienestar. ¿La razón? Un cóctel perfecto entre su vibrante color dorado, su historia milenaria como planta medicinal y, claro, una buena dosis de marketing moderno.
Basta con dar una vuelta por cualquier herbolario o tienda eco para encontrarla en todas sus versiones: polvo, cápsulas, lattes, shots, e incluso mascarillas faciales. Su forma más sencilla y segura de consumo sigue siendo en polvo, ideal para espolvorear sobre tus platos como si fuera polvo mágico. Porque, de hecho, para muchas personas lo es: un superalimento cargado de promesas saludables.
Y no hablamos solo de los gurús del yoga o las influencers del brunch dominguero. La cúrcuma ha conquistado desde chefs en busca de nuevos sabores hasta nutricionistas que la recomiendan por sus propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y digestivas. Ha pasado de ser un secreto ancestral de la cocina india a volverse la protagonista de recetas healthy que lucen tan bien en el paladar como en las redes.
La fascinación actual por la cúrcuma no es pura coincidencia. Hay una avalancha de estudios científicos en curso que están investigando sus posibles beneficios… aunque ojo, no se centran precisamente en el uso culinario, sino en la curcumina pura y concentrada como ingrediente estrella de suplementos y cápsulas. O sea, el negocio en formato pastilla.
Y si alguna vez has estado en una casa india, sabrás que esta especia no solo sirve para dar color al curry. Allí, la combinan con leche caliente y otros condimentos como un remedio infalible contra los resfriados. Esta tradición ha inspirado a chefs innovadores a lanzar bebidas gourmet como la famosa “leche dorada”, una mezcla de cúrcuma con jugo de almendras o castañas que ya se sirve en las cafeterías más trendy.
La llaman golden milk como si fuera una bebida milagrosa, y lo cierto es que muchos le atribuyen propiedades casi mágicas: antioxidante, antiinflamatoria, fortalecedora del sistema inmune, desintoxicante y hasta regeneradora hepática.
Y no se queda solo en la taza. La cúrcuma está metiéndose en todo: sopas, ensaladas, batidos, postres y hasta en rutinas de belleza. Si estás en modo “detox”, una cucharadita de este polvo amarillo puede convertirse en tu mejor aliada para limpiar el organismo y darle un empujón al metabolismo.
A estas alturas, podría parecer que la cúrcuma es poco menos que la varita mágica del bienestar. Pero seamos realistas: si estás esperando una transformación milagrosa por echarle media cucharadita al arroz, mejor baja las expectativas. La verdad es que, en las cantidades que usamos normalmente en la cocina, sus efectos son más bien simbólicos que terapéuticos.
Como condimento, la cúrcuma se usa en dosis tan pequeñas y con tan poca frecuencia que no tiene mucho sentido hablar de su aporte nutricional. No es como si te estuvieras comiendo una ensalada de cúrcuma. Eso sí, tiene su punto a favor: puede ayudarte a reducir el uso de sal en tus platos, y eso ya es una pequeña victoria para la salud cardiovascular.
Ahora bien, cuando se trata de la curcumina, ahí la cosa se pone más interesante. En su forma más concentrada, como suplemento o cúrcuma fresca, sí que se ha demostrado que posee potentes efectos antioxidantes y podría actuar como antiinflamatorio, analgésico e incluso anticancerígeno.
En resumen: la cúrcuma es una especia saludable, sí, pero no es un milagro en polvo. Su lugar está en la cocina como un aliado que da color, sabor y un pequeño empujón a tu bienestar, no como sustituto de tratamientos médicos ni como atajo para una vida más larga y mejor.
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