Cócteles, ingredientes locales, tecnología sin frenos y redes al mando: el verano 2025 lo cambia todo en la restauración.
Llega el verano y, con él, una oleada de calor, bronceadores, selfies en la costa y… ¡clientes hambrientos! Mientras medio país se relaja bajo el sol, los hosteleros viven su particular maratón: terrazas a reventar, reservas de última hora y esa fiebre veraniega que convierte cada comida en un evento.
Es la temporada alta del terraceo, del chiringuito y de las cenas que se alargan hasta la madrugada. Una época en la que la restauración trabaja más y tiene la oportunidad de brillar.
En este artículo, analizamos las tendencias que lo están petando en el verano 2025: desde sabores atrevidos hasta formatos de consumo que desafían lo tradicional. Si tienes un restaurante (o simplemente quieres estar al día), esto te interesa.
Lo de pedir algo sin alcohol ya no es sinónimo de aburrimiento. Este verano, las bebidas NOLO (no o bajo contenido alcohólico) se apoderan de las barras. Los cócteles botánicos, con infusiones de hierbas, frutas exóticas y florituras aromáticas, son la bebida cool por excelencia. El público joven quiere beber, sí, pero sin resacas ni culpa. Así que, prepárate para ver en tu carta más kombuchas, mocktails y vinos desalcoholizados que cañas clásicas.
La frase “menos es más” nunca tuvo tanto sabor. Los comensales buscan honestidad en el plato, y eso empieza por el origen: ingredientes de proximidad, de temporada y tratados con cariño. Además, los menús que priorizan productos locales no solo enamoran paladares, sino que suman puntos de sostenibilidad. ¿Zero waste? Claro. ¿Platos con storytelling de fondo? Mejor todavía.
La tecnología sigue metiéndose hasta la cocina… literalmente. En 2025, cada vez más restaurantes apuestan por automatizar lo automatizable: pedidos con QR, pagos sin camarero, pantallas en cocina para mejorar flujos de trabajo y hasta purificadores de aire para garantizar un entorno saludable. Chatbots y asistentes virtuales no solo responden reservas, también recomiendan vinos o resuelven dudas del menú. La experiencia fluye, y los camareros pueden centrarse en lo que importa: cuidar al cliente en lo humano.
Verano y espontaneidad no van de la mano cuando se trata de conseguir mesa. Las reservas se disparan (¡un 11% más que en invierno!) y la antelación ya no es solo cosa de los más organizados: es una necesidad. El gasto por comensal también sube, y las terrazas se convierten en el tesoro más codiciado del restaurante. Si aún no tienes un buen sistema de reservas online… estás perdiendo dinero.
Tu cliente ya no solo prueba la comida, la graba, la edita, la sube y la comparte con miles de seguidores. TikTok e Instagram son ahora herramientas de validación más poderosas que cualquier crítica gastronómica. Lo que se comparte en redes define el éxito o el olvido de un restaurante. La decoración, la vajilla, la música, la iluminación, la carta y, sí, también el precio: todo se escanea con ojos de influencer. Si no das una buena experiencia digital, no hay segundas oportunidades.
¿Salir con 38 grados o pedir algo rico para devorar bajo el ventilador? Exacto. El delivery y el take away no bajan el ritmo en verano, al contrario: se adaptan. Desde bowls frescos y ceviches bien refrigerados hasta hamburguesas con packaging listo para el after playa o el ‘postfiestón’. La clave está en el detalle: buena presentación, envases sostenibles y comida que aguante el viaje. Porque comer bien no debería depender de tener ganas de vestirse para salir.
El marketing veraniego ya no es solo cosa de multinacionales. Cada vez más restaurantes, desde pequeñas dark kitchens hasta locales de barrio, apuestan por campañas creativas y platos edición limitada para destacarse. Marcas como Vicio lo están petando, sí, pero hay espacio para todos si se hace bien: memes, collabs inesperadas, vídeos virales… ¡Todo vale para captar la atención y llenar el local!
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